lunes, 22 de junio de 2009

Un pequeño relato basado en el Apocalipsis

Aquí os pongo un relato, estilo "eterno" como los de la Biblioteca Arcana. xD

Cuando se cumplan los mil años, Satanás será soltado de su prisión 8 y saldrá para engañar a las naciones que están sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de congregarlos para la batalla. El número de ellos es como la arena del mar.

Las ruinas de la ennegrecida ciudad ardían a varios kilómetros del Campo de la Sangre. El intenso olor a humo y a cuerpos en descomposición se extendía a lo largo y ancho de la extensa explanada. Era casi imposible respirar, pues el hollín y las cenizas penetraban en los pulmones de los vivos y provocaban su muerte por asfixia. La resquebrajada y erosionada tierra ardía al igual que la ciudad. Grietas abismales se abrían por doquier. El oscuro cielo relampagueante no daba muchas esperanzas a los supervivientes. Los rayos caían sobre la tierra iniciando incendios y acabando con la insignificante vida de las personas. Unas nubes rojizas habían aparecido de repente, tapando el sol, y hubieran sumido el planeta en la más inescrutable oscuridad si la gran cantidad de llamas que proliferaban por la superficie no hubieran aportado esa crepitante iluminación. El infierno había llegado a la tierra.


"Cuando tengo miedo confío en ti. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no tengo miedo." Salmo 56:3-4

El sargento Kowl miró una vez más alrededor. Todavía no se creía lo que estaba viendo. La vasta explanada conocida como el Campo de la Sangre estaba plagada de gente, cadáveres, ruinas y fuego. El ejército más grande jamás visto, formado por soldados de todas las naciones estaba desplegado en una formación táctica defensiva. Millones de valientes hombres y mujeres que todavía tenían un ápice de esperanza para la salvación de la tierra, y el valor suficiente como para enfrentarse a los mismísimos enviados del Infierno. Eso era lo fácil de asimilar. El hombre que tenía detrás lo miraba, o al menos eso le parecía. Volvió la vista al frente y allí estaban, ante las mismísimas puertas del Infierno. No era posible. Miles de millones, quizá más, de aquellos repugnantes seres salidos del más allá estaban frente a ellos. Estaba soñando, no podía ser cierto, pero el hedor, el dolor y esa sensación de ahogo le convencieron de que estaba despierto. Tosió una vez y se llevó la mano a la boca al ver que escupía sangre. Aquello no le importó. Se limpió la mano en la guerrera y agarró con fuerza un crucifijo de oro que le colgaba del cuello. Lo besó.
- Dios mío – acertó a balbucear - ¿Por qué nos has abandonado?


"Y aquel que tenga inteligencia que calcule el número de la Bestia, pues es el número de un hombre, y ese número es el 666"


Las grandes huestes demoníacas se lanzaron sobre ellos sin previo aviso. El suelo retumbó bajo sus pies y las llamas se alzaron hacia el cielo. Aquellos seres humanoides cargaron con una furia infernal sobre los valerosos soldados. Las primeras líneas fueron masacradas casi al instante.
Pequeños meteoritos sobrevolaban el firmamento para impactar sobre la superficie de la tierra. Uno cayó varios kilómetros hacia el este, provocando una gran explosión y cubriendo el área colindante de polvo y fragmentos de roca incandescente. Imposible saber cuantas vidas se había llevado por delante.
El sargento Kowl estaba en medio de la multitud, sin poder moverse. Todavía no habían dado a su pelotón la orden de avanzar. Muy cerca suyo, una unidad compuesta por unos seiscientos tanques pesados comenzó a movilizarse. El chirriar del metal ahogó por un momento el incesante crepitar de las llamas que lo envolvían todo. El calor era insoportable.
¿Cómo había comenzado todo aquello? ¿Cómo era posible que hubieran llegado a tal extremo? Todavía seguía sin creerse nada de lo que veía. Su mente estaba adormecida, como en una nube; por un momento le pareció que estaba soñando de nuevo. Su mujer y sus dos hijas pasaron fugazmente por delante de sus ojos. Pero cuando tendió la mano para tocar a las tres sonrientes féminas, éstas se convirtieron en ardientes cadáveres, que comenzaron a morderle. Sudoroso y con el corazón acelerado, Kowl salió de su sopor para volver a la realidad. Una realidad que no distaba mucho de ser la peor de sus pesadillas. Las voces y aullidos de los desesperados soldados de las primeras filas penetraban en sus oídos dejando una huella imborrable en su recuerdo. La tierra estaba destruida, millones de hombres habían muerto, y el Infierno amenazaba con hacerse con todo. Pero lo peor aún estaba por llegar.


Y vi también a un ángel que estaba en el sol, y clamó en alta voz, diciendo a todas la aves que volaban por medio del cielo: venid, y congregaos a la cena grande de Dios, a comer carne de reyes y carne de tribunos, y carne de poderosos, y carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos, libres y esclavos, chicos y grandes. Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra, y sus ejércitos coligados, para hacer la guerra contra el que estaba montado sobre el caballo y contra su ejército.Apocalipsis 19:17-21


Un increíble demonio salió de las ardientes profundidades de la tierra para erradicar cualquier vestigio del Bien y establecer su reino de dolor, muerte y destrucción. Si todavía habitaba la esperanza de la salvación en el corazón de los hombres, ahora se había extinguido. Aquel ser era el mismísimo Anticristo, tantas veces profetizado y tan temido por todos. Su llegada había sido predicha por muchos, pero nunca se habían hecho a la idea de la magnitud de tal acontecimiento. Varios jinetes, cuatro para ser exactos, salieron de una de las grietas del suelo que todavía emanaba gases sulfurosos para dirigirse contra las filas de los defensores. Uno de ellos llevaba un caballo rojo, era la Guerra; otro montaba en un reluciente caballo negro, tan negro que tan apenas era perceptible al ojo humano. El nombre del jinete era Hambre. El tercer caballo era de un color verde amarillento, sin duda un color extraño para ese animal, pero al jinete de la Enfermedad le encantaban esos tonos. Finalmente, el cuarto jinete, iba montado en el caballo más blanco y resplandeciente que había cabalgado nunca en la tierra. Aquel ser era el más aterrador de todos. Su sola mención o pensamiento provocaba un escalofrío entre los vivos. Era quizá el más temido de todos los jinetes, aquel en el que quedaban plasmados los otros tres, la Muerte.
Kowl se estremeció. La sangre se le heló y los pelos se le erizaron. Aquello no era posible. Eran los cuatro Jinetes del Apocalipsis, cuya llegada había sido anunciada por el profeta Isaías.
Solo el temor a la poderosa bestia que se erguía sobre ellos hizo que retirara la vista de los cuatro jinetes. A duras penas pudo levantar su arma y apuntar.
De repente, un gran estruendo hizo templar el castigado suelo. Los cañones de largo alcance habían comenzado a abrir fuego sobre la bestia. El experimentado sargento ya no diferenciaba apenas los sonidos que llegaban a sus ensangrentados oídos. El intenso cañoneo lo estaba dejando sordo.
Varios kilómetros al norte, cientos de cazas se abalanzaron sobre el increíble demonio para abrir fuego.


Cuando él abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban delante de Dios, y les fueron dadas siete trompetas. Y otro ángel vino y se puso de pie delante del altar. Tenía un incensario de oro, y le fue dado mucho incienso para que lo añadiese a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, que estaba delante del trono. Y el humo del incienso con las oraciones de los santos subió de la mano del ángel en presencia de Dios. Y el ángel tomó el incensario, lo llenó con fuego del altar y lo arrojó sobre la tierra. Y se produjeron truenos, estruendos, relámpagos y un terremoto.


Un tanque explotó muy cerca de la unidad del sargento Kowl. Una nube ardiente ascendió y se disipó para diseminar cientos de trozos de metralla incandescente en todas direcciones. Varios hombres fueron alcanzados y todos ellos fueron además derribados por la onda expansiva. Kowl ya no sentía nada. Pensó que ya estaba muerto. Se quedó tumbado en el suelo durante un rato. Pero no podía estarlo, la cabeza le daba vueltas, y cuando se levantó, pudo contemplar que seguía estando en el mismo lugar. Algunos hombres a su alrededor daban gritos de dolor, y muchos seguían tumbados, retorciéndose en el suelo. Ahora todo estaba cubierto de sangre. “Vaya cosa – pensó Kowl, mientras sonreía irónicamente – El Campo de la Sangre cubierto de sangre”.
Varios ángeles de alas negras descendieron del cielo y se abalanzaron sobre la multitud cortando cabezas con sus afiladas espadas. Aquellos extraños seres, entes, o lo que quiera que fuesen, tenían un aspecto agradable, celestial. Pero había algo que inspiraba mucho más temor que cualquier otra criatura demoníaca.


El séptimo ángel tocó la trompeta. Y en el cielo se oyeron grandes voces que decían
"El reino del mundo a venido a ser
de Nuestro Señor y de su Cristo.
Él reinará por los siglos de los siglos"



De repente, una luz cegadora iluminó el campo de batalla. Cuando los desconcertados soldados recobraron la vista, contemplaron atónitos como una multitud de resplandecientes seres alados, que empuñaban todo tipo de armas, volaban sobre sus cabezas. Millones de ángeles y arcángeles habían hecho su aparición en el Campo de la Sangre. Su presencia fue bienvenida por todos y cada uno de los hombres que estaban allí combatiendo. Todos sabían que habían venido para ayudarles. La sensación de temor y desesperación desapareció de sus corazones, para dejar paso a un renovado valor.
Al unísono, todos los hombres cargaron contra las huestes demoníacas profiriendo feroces gritos de guerra. El sargento Kowl se santiguaba a la vez que corría hacia el enemigo. Mientras tanto, observó como unas nuevas criaturas aladas hacían acto de presencia sobre la explanada. Apenas podía mirarlas. No sabía como, pero estaba seguro de que estaban de su lado. “¿Serafines?” – se preguntó. Había leído algo acerca de la Jerarquía Celestial. Sabía que los serafines ocupaban el lugar más cercano a Dios.
Lo que no sabía era que le depararía el destino. “¿Que demonios va a ocurrir ahora?” – pensó – “Demonios, eso, había sido ingenioso”.

sábado, 20 de junio de 2009

Un principio oscuro, un final incierto

El viejo Thul’far caminó lentamente por el suelo enmoquetado, dio una profunda calada a su pipa y se detuvo. El humo blanco que salió de su boca subió reptando por la pared de madera barnizada hasta el techo y se esparció por toda la estancia. Un profundo olor dulzón se propagó por la habitación penetrando hasta lo más profundo de los pulmones del joven Brim, que continuaba sentado en aquella silla, mirando fijamente a su captor.

Thul’far se dio la vuelta a la vez que volvía a dar otra calada a la pipa.

- Entonces – dijo el sherkin con una aterradora voz de ultratumba - ¿Qué te ha traído hasta nuestro planeta?
- Ya se lo he dicho antes – respondió el muchacho con voz temblorosa – La nave en la que viajaba perdió uno de sus motores y nos desviamos de nuestro rumbo. Poco después fuimos atrapados por el campo gravitatorio de este planeta y nos estrellamos tras atravesar la atmósfera.


El anciano extraterrestre no dijo nada. Se limitó a suspirar profundamente y a dar otra calada.
Tras una breve pausa continuó con su interrogatorio.

- ¿Y dónde está el resto de la tripulación? – le preguntó.
- No lo se. La nave se estrelló en la selva y se hundió en un lago fangoso. Yo conseguí librarme del cinturón de seguridad y salir a la superficie. Sólo recuerdo que una vez me creí a salvo en tierra firme perdí el conocimiento y cuando desperté estaba en una jaula a oscuras.


De nuevo, el silencio y el humo de la pipa del sherkin se adueñaron de la sala.

- Es la primera vez que vemos un “humano”, si es cierto que lo eres. – Thul’far se acercó ante el muchacho y se sentó en la otra silla – Por eso me intriga saber más sobre tu pueblo. Dime, Brim, ¿Cuál es el origen de vuestra existencia?, ¿A qué os dedicáis?, ¿Cuál es vuestra meta como especie?

El joven lo miró extrañado, tratando de encontrar una respuesta coherente ante tales preguntas. Pero no lo consiguió.

- Soy astronauta, no filósofo. La verdad, no puedo responderte.
- Vamos por partes, no me interesa lo que eres como individuo, al menos por ahora. Mi deber es investigar sobre vuestra especie a nivel global. Y ahora por favor, responde. No hagas que me enfurezca.


Brim tragó saliva. El corazón se le aceleró. La estancia se había llenado de un humo intenso que le hacía lagrimear.

- Nuestros orígenes no están muy claros. Hay diversas teorías sobre como llegamos a nuestro planeta, pero ninguna de ellas ha sido comprobada. – Brim tragó saliva de nuevo. Un sudor frío comenzó a recorrerle la frente al cruzarse su mirada con la de su interrogador. Sus “ojos”, o lo que fuera con lo que le estuviera mirando se habían clavado en él fijamente, con la intención de no perder detalle a lo que tenía que decirle. Tras concentrarse de nuevo en su explciación, continuó. – Según se dice aparecimos en la Tierra hace millones de años, aunque no éramos como ahora, sino que fuimos evolucionando hasta nuestra forma actual. La verdad, no se muy bien como llegamos a aparecer. Se cree que la vida en nuestro planeta surgió en el mar en forma de unos pequeños seres unicelulares que no necesitaban oxígeno para vivir.

Thul’far seguía observándolo atentamente. Parecía sorprendido con todo lo que había oído. Aunque seguramente no había entendido ni la mitad de lo que le había dicho.

- Respecto a nuestra dedicación – prosiguió Brim – Si es como a especie a lo que supongo te refieres la verdad que todavía lo tengo menos claro. Tratamos de sobrevivir. Desconozco ya nuestra meta y si hemos aparecido por pura casualidad o para cumplir un importante objetivo.

El viejo extraterrestre volvió a levantarse de la silla y apagó la pipa. Cogió un objeto que Brim no identificó y lo manoseó con cuidado.


- Eso no fue lo que nos contó tu compañero – rugió con voz atronadora Thul’far arrojando lo que tenía por un orificio situado en la pared.

El joven muchacho se puso todavía más nervioso. Aquel extraño ser le había engañado. Le hizo creer que desconocía su situación. Pero habían encontrado a otro superviviente del accidente y le habían interrogado antes que a él. ¿Qué más sabía aquel cabronazo que no le había dicho?

- El otro “humano” respondió diferente a las tres preguntas. Él nos dijo que vuestra especie había sido creada por un tal Dios, y que estabais en la Tierra para cumplir su voluntad. Así que nos has mentido. Me has estado haciendo perder el tiempo.

¡Maldita sea! Habían encontrado también al cura. Era obvio, pues el resto de la tripulación eran científicos ateos. ¿Cómo podía tener tan mala suerte?
Otro sherkin entró en la habitación y le agarró por el cuello. El joven astronauta fue arrastrado al exterior a la que vez que lloriqueaba suplicando por su vida.
La verdad que él no era ateo, era un científico que creía en Dios, pero supeditaba la religión y la fe a las explicaciones de la ciencia. Por eso respondió de aquella manera. Al parecer, de la manera equivocada. La contradicción de las respuestas le iba a costar caro, seguramente la vida, pues su compañero religioso yacía colgado de un gancho en el techo de una estancia contigua, completamente empapado en sangre, y sin cabeza.

Curiosidad

EL ODREN NO IPMOTRA!!!

SGEUN UN ETSDUIO DE UNA UIVENRSDIAD IGNLSEA, NO IPMOTRA EL ODREN EN EL QUE LAS LTEARS ETSAN ERSCIATS, LA UICNA CSOA IPORMTNATE ES QUE LA PMRIREA Y LA UTLIMA LTERA ESETN ECSRITAS EN LA PSIOCION COCRRTEA.
EL RSTEO PEUDEN ETSAR TTAOLMNTEE MAL Y AUN A SI PORDAS LERELO SIN POBRLEAMS. ETSO ES PQUORE NO LEMEOS CADA LTERA POR SI MSIMA, SNIO LA PAALBRA EN UN TDOO.
PRESNOAMELNTE ME PREACE ICRNEILBE!!!

viernes, 19 de junio de 2009

Lilith, Adan y la aparicion de Eva



Lilith la primera compañera de Adán.
Según consta en la literatura hebrea, Lilith fue la primera esposa de Adán. En sumerio, la palabra "Lil" significa "Aire." El término más viejo relativo a Lilith sería la palabra sumeria "Lili" (plural "Lilitu"), que parece inferir la misma definición que nuestra palabra "espíritu". En muchas culturas antiguas, la misma palabra para "aire" o "aliento" era usada para "espíritu." Lilith estaba hecha con arcilla, igual que él. Era hermosa y libre. Adán y Lilith nunca encontraron la paz juntos, pues cuando él quería acostarse con ella, Lilith se negaba, considerando que la postura recostada que él exigía era ofensiva para ella. ¿Por qué he de recostarme debajo de tí? - preguntaba - Yo también fui hecha de polvo y, por consiguiente, soy tu igual".

La salida del Paraíso.
Lilith no obedeció la orden de sumisión que le impusieron; pensaba que era igual a su marido, que tenía los mismo derechos que él porque habían sido creados con el mismo barro, no se sentía inferior, ni débil, ni dependiente. Era una mujer íntegra y como tal quería gozar, al igual que Adán, de la vida y de todo lo que ésta implicaba, incluidos la sexualidad y el erotismo.
Cansada de que Dios no atendiera sus reivindicaciones, decidió abandonar el Paraíso, antes que someterse y renunciar a sí misma. Invocó el Nombre de Dios, innombrable en toda la tradición judía, por considerar que el Nombre verdadero de cualquier ser contiene las características de lo nombrado, y por lo tanto es posible conocer su esencia y adquirir poder sobre ello. Pronunciar el nombre de Dios se convierte, pues, en una osadía suprema, un acto de soberbia mucho mayor que el de hacer directamente oídos sordos ante sus mandatos; algo, en fin, demasiado grave. Abandonó volando el Paraíso con unas alas que el mismo Dios la dio (de ahí su semejanza con los súcubos).Luego tomó residencia en una cueva en las costas de Mar Rojo, donde hasta éstos días se encuentra según la leyenda. Ella acepta a los demonios del mundo como amantes, y desova muchos miles de niños demonio, fue llamada Madre de los Demonios, —esposa de Asmodeus, el Rey de los Demonios.
Adán, mientras tanto, halló que él lamentaba la partida de Lilith. Fue con Yahweh y expuso su caso pidiendo el retorno de Lilith. Yahweh concordó que una criatura del Edén no debería partir tan fácil del reino, y dispuso tres ángeles para recobrarla.
Éstos tres, Senoy, Sansenoy, y Semangelof, pronto encontraron a Lilith en su cueva y le exigieron su retorno con Adán por órdenes de Yahweh. Si se rehusaba, le informaron de que matarían a un ciento de sus hijos demonios cada día hasta que decidiera regresar (¡¡menudos angelitos!!).
Lilith exclamó que incluso esta suerte era mejor que regresar al Edén y a la sumisión de Adán. Tan pronto como los Ángeles cumplieron su amenaza, Lilith también hizo una terrible proclamación. En respuesta por el dolor inflingido, mataría a los hijos de Adán. Juró atacar a los niños, e incluso a sus madres, durante el nacimiento. Juró también que los recién nacidos estaban en peligro de ser objeto de su ira, las niñas por veinte días y los niños por ocho. No solo esto, sino que también atacaría a los hombres en su sueño, robándoles su semen para dar nacimiento a más niños demonio, que reemplazarían a esos asesinados cada día.Ante la negativa de Lilith de regresar con Adán, Dios decidió dar una nueva compañera a su creación pues proclamo que "No es bueno que el hombre esté solo", creó a Eva a partir de una de sus costillas, y por lo tanto sumisa al hombre (obsérvese el machismo de la época).

Lilith como Reina de los Vampiros.
A partir de esta narración, a Lilith se le ha considerado la reina de los súcubos (demonios femeninos), por alinearse en el bando enemigo de Dios al marcharse del Paraíso. Y de ahí se ha pasado a suponerla una perversa ninfómana, que seduce a los hombres con maestría para estrangularlos después.Algunas tradiciones cuentan, que entre el cabello de Lilith se encuentran, enredados, los corazones de los jóvenes que sucumbieron a su hechizo Esa condición diabólica de Lilith le ha llevado a ser también la Reina de los Vampiros. No sólo mantiene relaciones sexuales con hombres a los que después asesina, sino que también se alimenta de su sangre. Es en esa encarnación donde Lilith se asimila a diferentes divinidades y monstruos femeninos presentes en la mitología clásica: Lamia, Empusa y las lamias, hijas de Hécate, diosa de la brujería; las harpías y las estriges, también macabras visitantes nocturnas; las harpías, ayudantes de las erinias o furias; las moiras o parcas, las grayas y las gorgonas, siniestras ancianas habitantes de los infiernos. En todas estas figuras se repiten las alusiones a muerte de hombres y niños.
Otras referencias mitológicas afines a Lilith se pueden encontrar en la Brunilda de los Nibelungos, o en la diablesa babilonia Lilu. La misma Reina de Saba de Salomón es un trasunto de Lilith. Etimológicamente viene del hebreo layil, (noche), y aparece representada como un demonio nocturno peludo o como una mujer de cabellos muy largos.
En la Biblia aparece una fugaz alusión a Lilith. En Isaías 34,14 se explica con todo detalle cómo Dios con su espada mata a todos los habitantes de Edom, lugar poblado por enemigos acérrimos de los judíos, y que allí quedan como dueños y señores los animales. Buitres, serpientes... y Lilith. "También allí Lilith descansará y hallará para sí lugar de reposo". Lilith ha sido traducido por lechuza o ardilla, evitando toda referencia a la figura precedente de Eva. En nota al pie se hace constar: "Los hebreos creyeron que significaba un ser diabólico, en forma femenina, noctívago, espantajo de la fantasía popular". Las variaciones del mito llevan a Lilith a convertirse en seductora de los propios hijos de Adán y Eva (abordando a Caín con palabras de consuelo y reposo tras la muerte de Abel), o a asimilarla con la propia serpiente del Paraíso dando cuerpo de serpiente mientras Satán daba cara humana y la voz que sedujo a Eva (como en los frescos de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina). Un relato de Primo Levi nos recuerda que Lilith es la amante del mismo Dios creador, y que vive en el Mar Rojo comandando una corte de demonios. Y otra tradición afirma que Samael, luego Satán, el ángel caído, se convierte en pareja de Lilith, e incluso que juntos seducen a Eva para que engendre a Caín.

Opinión personal:
Lo que yo pienso de lilith, es que ella no era mala, sino que la condujeron a la maldad :)